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Vinos y cavas
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Cuanto más tiempo permanezca abierto el cava, las burbujas comienzan a desvanecerse. Y no solo una cuestión estética, ni mucho menos, sin ellas estas bebidas no tendrían ni el aroma ni el excelente sabor que a todos nos deleita. En primer lugar debemos mantener la botella lo más fría posible. La baja temperatura no sólo facilita la conversión del ácido carbónico, sino que también contribuye a reducir la sensación de acidez del cava. Cuando sepamos que no vamos a beber más, tenemos que cerrarla lo más herméticamente posible para reducir al máximo la pérdida de burbujas y aromas, así como la penetración de aire exterior.
Tapones para conservar el cava
Para ello podemos recurrir a un tapones para conservar el cava como los tapones especiales con cierre de vacío con fijación. Este hará que las burbujas se conserven, aunque recomendamos alargar únicamente unos días. En el mercado existen también accesorios especializados como bombas de vacío que extraen el aire de la botella alargando así mucho más la vida del vino abierto.
El falso mito de la cucharilla
Mucha gente piensa que por poner la típica cucharilla de postre en la botella y guardarla en la nevera va a conseguir conservar mejor el cava. Este mito surgió de la idea de que al ser el metal un buen conductor, se creía que la cucharilla absorbía el calor de la botella y evitaba que con el calor las burbujas escapasen. Aunque sí es cierto que la baja temperatura ayuda, el aire entrará igualmente en el vino y el gas carbónico se escapará por los huecos.
Repetimos que el mito de la cuchara no funciona; el propio Comité Champagne de Francia lo ha puesto a prueba para comprobar que no es más que una falsa creencia y lo desaconseja. Tampoco tienen sentido trucos milagrosos como el de introducir una uva pasa; lo único que se consigue es hacer más visibles las burbujas del gas que todavía tiene el vino.